El Anarka está tranquilo porque tenemos a Patricio Contreras que viene de Chile para realizar el control progre-bromatológico de los contenidos de la televisión que se consume en la Argentina. No vaya a ser que el nene me salga facho por escucharlo a Iorio.
Y en caso de que eso no alcance, también tenemos a Cabito que -en postura de gordo buchón a sueldo- nos explica por qué lo que dijo Iorio es polémico, y nos demuestra cómo un hombre obeso de 40 años que se crió en una casa en la que nunca faltaron zapatillas nuevas es más desacomplejado (y por lo tanto sano) que un cabeza hijo de un verdulero de San Justo al que los padres lo mandaban a guardar cuando habían visitas.
La situación que nos muestra el video que abre el post nos habla más de la decadencia de 678 como producto televisivo que de la calidad humana de Ricardo Iorio. La lógica sensacionalista que todo lo termina consumiendo dicta que se necesita garantizar un escándalo por día para alimentar el morbo del televidente promedio -progre o facho- y en esta vuelta se la agarraron con Iorio, que lo único que hizo fue contar una historia graciosa y de dudosa verosimilitud. Fíjense lo berreta del caso que la percepción del televidente es orientada por Cabito hacia las orillas de la indignación, forzando una supuesta violencia infantil (?) y echando mano a todo el repertorio psicoberreta para explicar lo indeseable que es Ricardo Iorio.
Salva al programa del total naufragio la respetabilísima intervención de Sandra Russo con quien hemos sido bastante duros con anterioridad. Pero la verdad muchachos, flojos. La televisión en verano es áspera, ya lo sé, pero no hacía falta meterse con Iorio que nunca le pidió un mango a nadie.
Nos quedamos con el Cabito de Mística Copera que nos regalaba genialidades políticamente incorrectas como ésta: