La suba del salario mínimo vital y móvil dispuesto por el Consejo del Salario el día de ayer fijó el piso para los empleos en blanco en $2.300 y marca un episodio más en el tironeo democrático entre CGT y Gobierno (tironeo perfectamente natural en un país institucionalmente sano).
Podemos decir, sí, que el universo del empleo irregular -allá donde no existe mínimo vital y móvil- sigue siendo desproporcionalmente grande y aún falta recorrer un gran trecho en ese sentido, pero no hay dudas de que se trata de una gran noticia para los trabajadores realmente existentes (incluso para aquellos que trabajan en negro, ya que la suba del mínimo legal arrastra para arriba el mínimo de facto y empuja aún más los salarios mayores). Sólo nos queda ver la reacción de los estudiantes/trabajadores que luchan en Puán al 400 y se solidarizan con todo aquel que haga lo mismo en cualquier lugar del mundo, menos Khadaffi, pero sabemos que casi siempre que Riquelme está felí, el trosko no lo está. A decir verdad, nunca lo está.
En el plano político, el gobierno con muy buen tino y reflejos atentos le quitó al titular de la CGT un motivo para presionar legítimamente en esta puja de poder que inevitablemente termina teniendo efectos distributivos, mejorando la situación del trabajador y demostrando que no es tan dramático el poder concentrado en cabeza de Hugo Moyano. Y tampoco son tan dramáticas las tensiones típicamente peronistas entre un Secretario General que busca ser reelegido el año que viene y un gobierno que necesita encarar 4 años de tranquilidad frente a un panorama de muy probable desaceleración del crecimiento (y el achicamiento distributivo que esto traerá aparejado).
Esta relación de mutua conveniencia termina de hecho conformando un sistema de frenos y contrapesos como el que predican los guardianes de la república, en vivo y en directo. ¿Alguien me puede decir sin cagarse de risa que un Senador o un Juez es más representativo de algún interés mayoritario o siquiera ético, que no representan a su vez intereses facciosos o sectoriales, o que es al menos más un tipo mejor o más decente como para imponerle agenda al Ejecutivo? Creo que no, a menos que ponderemos el sentido de pertenencia de clase típico del hombre blanco que lee blogs y pasó por el CBC.
Por último reflexionamos: ¿Qué pasa cuando los que quieren subir el techo tienen su propio techo muy por debajo del piso que propone el gobierno? Nada, lo que siempre pasa con el progresismo.
4 comentarios:
hola!!! me encanta tu blog!!! lo sigo hace un montón!
te dejo un link de un proyectito antropofágico en el que estoy ahora.
saludos!!!!!
www.lafabrica-chocolatesperonistas.blogspot.com
fabiana di luca
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fabiana di luca
Soy Omar Lavieri. No entiendo tus tweets.
Si leés el libro te vas a dar cuenta de que hay denuncias con nombre y apellido. Procesamientos firmados por jueces. Cuentas bancarias con millones. Está todo.
Un abrazo
Omar Lavieri
olavieri@gmail.com
los empresarios tambien. lo mismo nosotros.
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