“Se me ha comunicado que no solo no has cumplido nuestras ordenes, sino que además estas reuniéndote con ese baboso de Bakunin. Después del gran servicio que prestaste al traducir El Capital, no puedo creer que te hayas unido al partido de los desocupados y delincuentes… El bakuninismo (o ese tártaro sentimiento que empieza a llamarse Anarchia) es el partido de las fulanas y los gitanos, a él solo acuden la descontenta masa campesina, iluminada y esotérica, mística y alocada, o eses sarnosos limpiabotas, mendigos y sicarios, que inevitablemente son tan enemigos del proletariado como la Reacción… Cuando el Proletariado triunfe deberá aplastarlos.”
Y ya en el siglo XX, así lo demuestra Rosa Luxemburgo en las líneas que escribió acerca de los sindicatos anarquistas:
Cuando vemos todo lo que enumeran estos notables autores, llegamos a la conclusión de que estas enumeraciones incluyen algo así como al 60% de la humanidad. Después de proferir semejantes insultos ¿Cómo esperaban que estos obreros no se vuelvan peronistas?
Nuestra reflexión: Los anarkas no nos hicimos peronistas porque quisimos, ¡Fueron ellos los que nos empujaron hacia el peronismo!
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