Previo a todo trámite voy a aclarar que éste no se trata de un requiem más para las víctimas de Cromagnón. No los necesitan, ya tuvieron suficientes. El resto lo debería hacer la justicia, y no existirá algo siquiera parecido a tal cosa hasta que Pato Fontanet no esté preso. Si buscan otra cosa, aborten ya esta lectura y busquen algo más llorón e hipócrita.
Ahora podemos proseguir, advirtiendo que la solemnidad que habitualmente se le asigna al tema no es el fuerte de esta publicación, pero dejando bien claro que nada de lo que acá se diga busca faltarle el respeto en ninguna forma a la memoria de quienes sufrieron esta tragedia o sus familiares, a quienes se les manda un fuerte abrazo.
Ahora podemos proseguir, advirtiendo que la solemnidad que habitualmente se le asigna al tema no es el fuerte de esta publicación, pero dejando bien claro que nada de lo que acá se diga busca faltarle el respeto en ninguna forma a la memoria de quienes sufrieron esta tragedia o sus familiares, a quienes se les manda un fuerte abrazo.
Hoy, 30 de Diciembre de 2014, se cumplen 10 años del episodio trágico más absurdo y manoseado de la historia de la Ciudad de Buenos Aires, desde que ésta se da el lujo de autodefinirse como Autónoma.
No se puede discutir con 200 muertos. No hay argumento republicano que frene el clamor de sangre que esto genera, ni dispositivo político capaz de frenar un embate así. Si vamos a discutir milímetros y centímetros, podemos decir que con complicidad mediática todo pasa, y que algo así le puede ocurrir cualquier día de éstos al Ing. Macri. Haríamos entonces un ejercicio contrafáctico sobre cómo responderían las diversas agencias que intervinieron en el proceso que redundó en la destitución del Dr. Aníbal Ibarra y hasta tal vez llegaríamos a la conclusión de que a Ibarra lo cagaron. Pero si hiciéramos esto seríamos unos pajeros, y para ello mejor consultar publicaciones especializadas en la materia como pornhub, redtube o xvideos. Y si tenemos algún mango de más, brazzers.
200 muertos no se discuten, sobre todo teniendo una legislatura adversa. Por que sí, es verdad, la legislatura le jugó en contra. Cabría entonces preguntarse qué tan favorable le puede resultar la legislatura a un personaje grotesco como Aníbal Ibarra, quien cimentó su carrera sobre una caza de brujas -a lo mejor merecida- contra Carlos Grosso, en el marco de una interna entre el entonces intendente y el para entonces presidente de la Nación (hablamos del año 1992).
La agencia política tenía que responder, y optó por el linchamiento institucional. Porque como se dijo antes, el público pedía sangre, y 200 muertos exigen que ruede una cabeza. Una al menos. Y rodó la cabeza de quien se lo tenía merecido. Éste no fue un acto de justicia. Al menos no para las víctimas de Cromagnon y sus familia. Fue un acto de justicia para los miles de enemigos que Ibarra se supo ganar durante su primavera política.
¿Es cruel? Tal vez. ¿Está mal? No lo sé. La agencia política no busca justicia (la agencia judicial evidentemente tampoco lo hace). La agencia política busca continuidad y gobernabilidad. Porque sin gobernabilidad no hay justicia posible que valga la pena ser vivida. Aníbal Ibarra ya no garantizaba esto último, y se lo soltó a los leones. Riesgos del oficio.
El kirchnerismo se encontraba en una encerrona, porque el entonces Presidente -quien también buscaba gobernabilidad- mantenía acuerdos coyunturales con el Jefe de Gobierno. Romperlos y soltarle la mano implicaría entregar la Ciudad en bandeja a un símbolo político opositor (el PRO, que entonces se llamaba Propuesta Republicana). Pero sostenerlo en su lugar implicaría algo peor, implicaría levantar la mano y decir: "Mozo, cárgueme estos 200 muertos a mi cuenta". Nadie con dos dedos de frente se pega un tiro en el pie, y Kirchner tenía al menos una palma entera.
La tragedia de Cromagnon demostró que gobernar la ciudad puede ser fácil pero no es gratis, y en una hipótesis de conflicto con los medios de comunicación puede convertirse en un verdadero lastre para quien intenta sostener la gobernabilidad de algo mucho más grande e importante como es el Gobierno de la Nación. Sumado a que -seamos sinceros- a Kirchner nunca le importó mucho la ciudad de los Capitalinos, la opción evidente era dejar todo suelto a las libres fuerzas del mercado persa que fue, es y será por siempre la legislatura porteña. Así ocurrió. Ibarra tenía los días contados.
La lógica de su razonamiento es válida. Si estás peleando la Libertadores no vas a ir a romperte la pierna para sacarle un empate a Olimpo en Bahía Blanca. El problema que subyace es que este hito político sentó la doctrina del kirchnerismo en la CABA por los años venideros: la doctrina del kiosquerismo legislativo, doctrina que se aplica al día de la fecha con valor de doctrina papal infalible y que da sustento ideológico al lugar de opositores que aceptamos en el nuevo Pacto de la Moncloa Porteña celebrado en 2007.
Porque desde el 2006 en adelante, y excluyendo el intento frustrado de Telerman de revertir esta tendencia, el oficialismo nacional no hizo más que presentar candidatos testimoniales ilustrados para perder honrosamente todas las elecciones a las que se presentó sin ningún intento serio de construir una fuerza política propia. O lo que es peor, cuidar PyMES legislativas de fuerzas políticas con olor a muerto (en el caso más burdo, olor a 200 muertos) adoptando el discurso llorón de los eternos opositores. Se consagró entonces el esquema diseñado por Alberto Fernández, quien luego de garantizar a Ibarra un gobierno de la concha de su hermana se vio eyectado del oficialismo y hoy debe andar buscando trabajo con el diario Clarín (y no precisamente con los clasificados).
La Ciudad de Buenos Aires tiene aproximadamente 2.890.151 habitantes. De éstos, algo así como la mitad votan y hoy tienen un Jefe de Gobierno opositor con elevadas chances de ser Presidente en 2015 (ya aportó uno en 1999 con nefastas y conocidas consecuencias). Recoleta y Belgrano son sólo dos barrios, y en el resto viven personas más o menos normales con gustos estéticos de los más diversos, y que si uno no les da bola no tardan en encontrar otro que los escuche.
Ah, y Ca$hejeros siempre fue una banda de mierda. Feliz año.