lunes, 10 de julio de 2017

DESAFORADOS


El tema de los fueros resulta un tema complejo, pero vamos a resumirlo para aquél que no tuvo el privilegio de cursar y/o recursar en Av. Figueroa Alcorta entre Joaquín V. González y Juan A. Bibiloni.

Por imperio de los Arts. 69 y 70 de la Constitución Nacional (aquélla que indirectamente redactó Juan B. Alberdi) los diputados y senadores son inmunes al arresto. Esto significa que ningún Juez puede ordenar su arresto salvo los casos de flagrancia que prevee el Art. 69 (o sea, que lo agarren con un fierro en la mano al lado de un fiambre y que tenga las manos manchadas con sangre).

¿Por qué? Porque sí. O más bien. Porque un diputado o un senador es un representante electo por el pueblo de la Nación Argentina cada dos años. La función que cumplen es la expresión más directa de la voluntad popular. Si arrestan a un diputado o a un senador, éste se verá imposibilitado de ir al congreso, expresar su opinión o votar las leyes que luego regirán para el conjunto de la sociedad. Entonces el constituyente decidió resguardar el funcionamiento normal del cuerpo mediante este especial privilegio. Y nadie quiere vivir para ver las consecuencias de algo que funcione de otra forma. Máxime cuando los Jueces -tipos a los que nunca nadie votó- muchas veces son mercenarios del poder de turno. El Pueblo no gobierna ni delibera sino por medio de sus representantes. Acéptenlo o váyanse a vivir a Cuba.

¿Está bien? ¿Está mal? No sé. Pero a vos no te gustaría que un juez amigo del poder mande a arrestar al diputado que vos elegiste para que no pueda votar lo que vos crees que está bien. ¿Esto significa que nadie puede investigar a un diputado o a un senador? No. Sólo significa que no puede ser arrestado, pero nada impide que pueda ser investigado, procesado, llevado a juicio y eventualmente condenado por algo que hizo.

Al contrario de lo que el vecino promedio cree, los fueros no son un pacto de impunidad para los políticos parásitos a los que mantenemos con nuestros impuestos. Cuando el diputado o senador es muy chorro -y lo que es peor, se nota- el Art. 70 de la propia constitución prevee que el mismo puede ser sometido a un proceso de desafuero, que habilitaría al juez a ordenar su arresto. Entonces se impone que mediando causa penal y pedido de juez, se inicie un proceso de desafuero que requiere 2/3 de la cámara pertinente (sea de diputados o de senadores).

Sin embargo, no cualquier causa penal puede ser causal de desafuero. De lo contrario estaríamos volviendo ilusoria la garantía que el constituyente impuso en los Arts. 69 y 70. Denunciar es gratis, y a nadie le resultaría razonable que un diputado pierda su lugar en el congreso sólo porque un vecino lo vio meando la rueda de un auto o porque a un fiscal no le guste su signo político.

Por ese motivo, la ley 25.320 del año 2.000 (gobierno del procesalista De La Rúa, no del montonero Firmenich) dispuso que para que un proceso de desafuero sea procedente, se requiere que exista una causa penal, que en ella exista motivo de sospecha suficiente para citar a indagatoria al imputado y que el imputado aproveche su condición de legislador para evadir o entorpecer el accionar de la justicia evitando la declaración indagatoria. Así lo dispone el propio Art. 1. Recién entonces, y ante la no comparecencia del imputado, el Juez puede solicitar que se someta al diputado o senador proceso de desafuero.

¿Es el caso del Arquitecto Julio De Vido? No. El juez Rodríguez no encontró motivo de sospecha suficiente siquiera para citarlo a indagatoria. Y aún si lo hubiera hecho, habría sido un disparate ordenar la detención de alguien que ni siquiera tuvo la oportunidad de presentarse a ofrecer su propia versión del hecho. Sobre todo cuando nunca exhibió motivos para suponer que no habría de presentarse, habiéndose presentado a declarar en todas las causas que se le imputaron con anterioridad siempre que se lo citó.


Por otra parte podemos ver el emocionante gesto de Massa y Stolbizer renunciando a sus fueros y poniéndose a disposición de la justicia por las dudas. ¿Puede un diputado o un senador renunciar a sus fueros? Como poder, se puede cualquier cosa. Nada lo prohibe. El papel absorbe cualquier tinta que uno le imprima.

Pero una renuncia en abstracto a esa garantía constitucional tiene tantos efectos jurídicos como un apretón de manos, y es tan válida como renunciar en abstracto al derecho de propiedad. Tu propiedad va a seguir siendo tuya a menos que la dones o la abandones sin reclamar. Ojo, el líder revolucionario Humberto Tumini, por ejemplo, hace décadas que renunció al derecho a trabajar que le garantiza la Constitución en los Arts. 14 y 14 bis. Sin embargo, nadie le puede impedir buscar un trabajo decente si un día recapacita (esperemos que algún día lo haga).

Porque la única forma unilateral, voluntaria y eficaz de no ampararse en los fueros es ir a declarar cada vez que te citen -como hizo De Vido- y entregarte voluntariamente en caso de que se te condene (todo dentro del marco de una causa concreta). No hace falta firmar ningún instrumento público para eso. Y firmarlo tampoco te impide abusar de los fueros.


La emocionante renuncia proclamada por Massa y Stolbizer, entonces, no es más que un oportunista acto de campaña. Y esto no tiene nada de malo por sí solo. El problema es que ya a nadie le importa. Tanto Massa como Stolbizer están afuera del centro de la escena política y no saben por dónde entrar. Desaprovecharon una gran oportunidad dedicándose a un opoficialismo poco creíble y ahora ya a nadie le importan sus intentos de llamar la atención. Los 15 minutos de gloria ya transcurrieron.

lunes, 3 de julio de 2017

REACCIONES QUÍMICAS*


*Se advierte al público que este posteo es obra de un incurable partidario del modernidad.

La historia argentina es una sucesión interminable de reacciones redox. Para ahorrar una compleja explicación sobre un tema en el que no puedo más que pasar vergüenza, lo simplificaré y diré que una redox (por reducción/oxidación) se trata de una reacción química que en el despliegue de su potencial consume los presupuestos de su propia existencia (el autor pide disculpas por adelantado a cualquier químico que lea esto y se agarre la cabeza por la blasfemia, y solicita encarecidamente que no sean muy crueles en sus comentarios).

Para existir necesita dilapidarse a sí misma. Es lo que ocurre dentro de una pila, y por ese simple motivo es que la pila se agota. Es también lo que tiende a ocurrir con el país cada vez que concluye un gobierno justicialista. Se acumula un grado razonable de bienestar socioeconómico que le permite a un ciudadano ya pleno y empoderado ejercer el acto de soberanía definitivo: hacer bien mierda todo lo que consiguió.

No es intención de quien escribe juzgar lo correcto o incorrecto de este proceder. Es natural que quien mejoró su situación económica se vea conmovido por inquietudes que antes parecían abstractas. Se puede decir también que hay un gran cuota de responsabilidad de parte de una dirigencia que no sabe interpretar las inquietudes de sus votantes y que nunca tiene un plan para el día después de mañana, cuando deja de llover. Pero eso ahora no importa. Prosigamos.


En este nuevo panorama de necesidades básicas satisfechas y reafirmación de la autoestima capitalista, cualquier kiosquero que cobra adicional por cargar la SUBE es abordado por ideas posmodernas. Ideas geniales y novedosas que todos escuchamos. Por ejemplo, que nadie tiene razón y que cualquier opinión debe ser respetada por igual, no importa cuántos desaparecidos se nieguen o cuántos discapacitados se queden sin pensión. Es inútil discutir. Después de todo, el feng-shui tiene tanta validez como la física y no existen los discapacitados sino las personas que el Estado declaró arbitrariamente como tales.

El problema se vuelve preocupante cuando el ejercicio caprichoso de la preferencia estética -propio de una sociedad con necesidades básicas satisfechas- termina atentando contra los presupuestos fácticos que la hacen posible. Entonces se nos ocurren ideas tan oscuras como que si gana X candidato va a enfriar la economía, pero a mí me vendría bien ya que con una buena recesión bajaría el precio del iPhone. El bienestar de uno no tiene relación con el bienestar de los otros, la causalidad es un mito perimido de otros tiempos y votar a uno es lo mismo que votar a otro. Si robar, roban todos.

Paradójicamente, todo proyecto político que busque crecimiento económico inclusivo trabaja para cimentar las bases de su propio derrumbe. A esta altura de la historia deberíamos tenerlo largamente aprendido.

Pero a no desesperar. O sí. Eventualmente va a ocurrir lo inevitable. Por las mieles propias de todo proceso de liquidación del patrimonio estatal, la pila se termina agotando. Tal vez no este año, que el desempleo sigue abajo de los 10 puntos. Pero sin dudas ocurrirá. La realidad existe, se puede definir objetivamente si se cuenta con las herramientas idóneas para hacerlo. Nadie escapa a la oxidación por mucho que patalee y la "mayoría silenciosa" con la que cuenta Durán Barba es la primera en ir y saquear supermercados cuando los números no le cierran. 


¿Va a pasar este año? No sé. Me inclino a pensar que no. ¿Va a incidir en el resultado electoral? Hasta ahí. Cristina va a salir primera en Provincia de Buenos Aires. No creo que por mucha ventaja, pero va a estar arriba. Y no va a ser el tiro de gracia al oficialismo, que aún va a mantener números razonables en el resto del país. En Buenos Aires juegan de visitante, y con que mantengan cierto piso y nadie les saque mucha ventaja, su estrella se mantiene encendida.

Lo que es indudable es que los oxidados se acumulan, y alguien tiene que estar ahí para representarlos. Eso sí, nadie va a representarlos si se mantiene en un 2013 mental permanente, refugiado en el instituto patria, bailando en el patio, cazando traidores y comprándole sanguchitos de progresismo al utópico tardío de turno. En principio pareciera que la ex presidenta interpretó esto correctamente y organizó un acto de campaña dedicado a los oxidados que nos legó la invariable crueldad de los procesos químicos. Con albinas y no videntes arriba de un escenario, sin apelaciones a lo que debió ser y no fue.

Después de todo, ¿Qué es el Justicialismo? Sin dudas no es un partido. El Justicialismo es la moderna expresión política de todos los oxidados que no tienen quién los represente. De esos desafortunados que no la pegan nunca y que terminan pagando con la corrosión material de sus cuerpos los caprichos de aquellos que no tienen mejor cosa para hacer con su tiempo libre que ir comprarse un libro de feng-shui. Y como se ha dicho, los oxidados siempre van a existir porque el argentino está condenado a la redox eterna. Aunque en algún momento dejen de creer en la química. El Justicialismo no muere nunca porque los espera siempre al costado y con los brazos abiertos, listo para repatriar científicos.


¿Vamos va a volver? No sé. Lo que es seguro es que si queremos hacerlo, no vamos a volver de la misma forma que nos fuimos. Dejemos un poco de mirar el espejo retrovisor. Saldada la cuestión de por qué estamos hoy acá, evitemos esas ganas locas de decir "yo te avisé". A nadie le importa quién tenía razón hace dos años. Y en caso de que importe, a nadie le sirve discutirlo a 5 semanas de las elecciones.

Seamos modernos, como siempre fue el justicialismo. Hay que dejar de robar con la épica al menos por dos años. Hablemos de cosas que pasan y no de cosas que habrían pasado si el otro no fuera una víctima cautiva de una supuesta posverdad. Si este año toca ser la minoría intensa que representa a los pobres y los progres, que así sea. Pero seamos algo. Seamos un verbo y un sustantivo. O mejor aún, varios verbos y varios sustantivos. No esa compleja constelación de adjetivos que engalanan todo ocaso creativo. Si nos mantenemos leales a esa tradición justicialista, entonces no hay forma de que no sobrevivamos a uno o dos traspiés electorales.


Y así concluye esta primera entrega de la serie titulada "Por qué los posmodernos son todos son una manga de pelotudos". El autor se encuentra en pleito con su propia decadencia creativa pero a medida que pueda va a ir posteando algo. Y por último les dice: déjense de joder y si viven en provincia voten a Cristina.

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