MUCHA POLICÍA, POCA DIVERSIÓN

El vacío existencial no es joda. Como no nacimos en la edad media, nadie cree en Dios y las personas de clase media para arriba sin problemas graves de salud ni quilombos serios de ésos que caen aleatoriamente (léase quedarse sin laburo), no tienen ya que preocuparse por que los lobos se coman a sus hijos -o a él- durante el invierno o que los normandos desembarquen en la costa y saqueen su aldea liquidando a todos. A lo sumo si mira mucha tele se preocupará obsesivamente por la posibilidad de que un pibe paquero de 14 que no tiene nada que perder lo mate para robarle $2, aunque adelantamos que alguien preocupado obsesivamente por esto no encuentra otra manera para rellenar su vacío existencial.

El sistema toma cuenta de esto muy rápidamente y le busca la veta comercial a la situación, y por eso nos ofrece a nosotros, pobres ovejas desalmadas, una gama de alternativas de ocio para distraernos y hacernos olvidar por horas, minutos o segundos que no sabemos para qué mierda estamos acá y qué pasará cuando nos vayamos (todo por una módica suma y, desde ya, instándonos a seguir generando plusvalía).

De otra manera no se podría explicar algo como la Yoga Rave, que según dice la página es una fiesta única, libre de alcohol y drogas, en donde el cuerpo responde sólo a los estímulos de la música, el yoga y la meditación. En otras palabras: una experiencia nazi en la cual la gente sana puede divertirse lejos de los viciosos que se drogan y se alcoholizan.

Si consideramos que acá no hay falopa, no se fuma, no se chupa, no se coge y la joda arranca a las 7 de la tarde para terminar a las 12 de la noche, nos damos cuenta que estos tipos nos están vendiendo una matiné y cobrándola como una rave. Acá sí que no se coge.

Ni hablar de la Bizarren Musik Party, otro lugar en el que dudamos también que se coja, donde la personas de clase media más o menos acomodada y sin muchas inquietudes espirituales profundas se reúnen a hacerse los graciosos y reírse de los gustos estéticos y musicales de la gente pobre, como Alcides o Gladys la Bomba Tucumana, o divertirse viendo cómo algún marginal de la música del ayer -saben que hablamos de Pablito Ruiz- trata de ganarse un mango después de décadas de ostracismo. Todo bajo el odioso título de Bizarro.


Ya fue, me voy a bajar tachos de basura municipales a patadas, será una forma poco productiva de llenar el vacío existencial, pero al menos hacen lindo ruido cuando caen.